Esta vez prometo no quejarme por la cantidad de gente ni por haber tenido 5 rotos entre los 11 jugadores que saltamos al verde césped... hoy prometo no ser redundante en lamentos y no porque no sobren, sino porque lo que sucedió el pasado sábado excede toda normalidad kármica y caer en el reproche repetitivo sería soslayar el nacimiento de un héroe con el mismo egoísmo con que los próceres de caballo blanco le roban protagonismo a su infantería de primera línea...
El partido comenzó como vienen comenzando los partidos de este torneo... con un Catte tímido y perdiendo todas las pelotas divididas, llegando tarde a los cruces y mirando cómo los rivales desbordaban y erraban goles; hasta que en uno de esos ataques acertaron y, con el flaco Lerda al arco, nos embocaron el 1 a 0, a partir de allí el equipo salió a buscar con un poco más de ganas, pero también desordenado el empate, pero cuando quería remontar la cabeza, apareció un tiro al área que Puchero se encargó de inflar las redes, lástima que las nuestras, y ni Rolo (que minutos antes había llegado para ocupar su arco) pudo evitar que inflara nuestra red.
Pero, equipo raro si los hay es este Catenaccio, porque allí y apoyados en la pausa del Calvito Santone que se asoció a la perfección con Javi Mazzoni (al que ya habíamos cansado de tirarle pelotazos horribles) y empezó a gestarse, poco a poco, este milagro sabatino... milagro que partió del arrojo y del carácter combativo del vikingo primer marcador central que presentó nuestra escuadra itálica, el nunca bien ponderado Germán Carlos, que casi en la mitad de la cancha se arrojó al piso para trabar y recuperar una pelota tremenda que cae en los pies de Liso, toque corto para Billy que (tal vez en el único pase preciso de toda su opaca tarde) la depositó en el diestro botín del Patito Santone que, en cortada puso la pelota como con un guante para Javi Mazzoni que dominó la pelota y la mandó a guardar.
Ahí se vieron los mejores momentos de la "Chinche verde", con el changui Gallo apretando como un volante más, con el flaco Lerda casi como un viejo wing derecho, mucho fútbol y goles increíbles errados, hasta que la magia del pato nos regaló el empate antes del final de los primeros 45 minutos.
Entretiempo con piernas ausentes y ni siquiera los mates de Morta pudieron recomponer a algunos soldados mal heridos.
El segundo tiempo empezó raro y el Cate volvió a estar debajo en el marcador luego de una jugada con desatenciones en común... Volvió a salir la garra del equipo de los gritos de Germán Carlos, del despliegue de Liso (que terminó el partido descompuesto) las escapadas de Rizo por la izquierda, los encuentros del Pato Santone y Javi Mazzoni y el esfuerzo de de Make que, en una pierna intentaba capitalizar la oportunidades que le iban llegando, aunque con poca fortuna... sin embargo, sobre el final, los planetas se alinearon y un tiro libre cerca del área fue cambiado por gol por Máximo para marcar a fuego las tablas en el cotejo.
Así llegaron los penales, el primero por bando fue convertido, en la segunda serie Rolo nos regaló una hermosa atajada (sólo por eso nos olvidamos que te vimos media raya al estilo plomero)... en la tercera ronda El Mundialito convirtió el suyo, con lo que volvía a quedar todo en tablas. Todo preparado para el cierre... todo listo para ese momento en que sólo aparecen los gigantes o los locos que aguantan el temblequeo de sus piernas cuando, a los doce pasos, el arco se vuelve de metegol... y ahí llegó Germán Carlos, tomó la pelota con ambas manos, tragó saliva y aire por partes iguales para recorrer los 3 metros que lo separaban del punto penal... depositó la pelota ya sin escuchar las necias palabras de quienes auguraban el cadalso para el férreo defensor verdolaga. Retrocedió apenas unos metros sin sacar la vista de la número 5... volvió a mirar al arquero y ahí... justo ahí, sintió que ese era el día que el destino le tenía preparado tal como lo debe haber sentido Diego a medida que desparramaba ingleses a diestra y siniestra... tal como lo debe haber sospechado Zidane al meterle el primero a Brasil en la final del 98, o como lo sospechara Obdulio Varela antes de meterse para siempre en la historia del Uruguay mientras arengaba a sus compañeros para lograr la hazaña del Maracanazo. Comenzó su lenta carrera hacia el balón y ni siquiera se inmutó cuando vio que una pareja de palomas que iba a cruzar al vuelo por arriba del travesaño se detenía en el aire cual colibríes por temor a ser alcanzados por el esférico... nada podía distraerlo porque dentro, muy dentro suyo sintió que le había llegado la hora de ser el héroe del día por eso cuando impactó la pelota y la vio besar las redes reeditando ese romance eterno y mágico, no buscó revancha, tan sólo soltó un grito de gol desinteresado y con la satisfacción de un sueño cumplido.
Y así como Clarck Kent entraba a una casilla de teléfonos como una persona normal y salía convertido en Superman... Germán Carlos tomó la pelota siendo sólo Germán Carlos para convertirse en Ger Man, el súper héroe del Cate al soltarla...